Por: Vicente Segarra


pretty-woman1Seguro que alguna vez te ha pasado que escuchas una pieza musical y te emocionas. Por ejemplo, recuerdo claramente cuando vi la película Pretty Woman y en un momento de la misma Julia Roberts va a la opera a ver “La Traviata” y al finalizar la obra, la señora que estaba sentada junto a ella le pregunta  “¿Le ha gustado?” a lo que ella responde emocionada “ Casi me meo en las bragas”. La música de “La Traviata” es bellísima, yo mismo cada vez que la escucho siento una gran emoción y no creo que sea el único al que le pasa esto. 


Bueno, pues un grupo de investigadores coordinados por Robert Zatorre, y que incluyó a Valorie Salimpoor, Mitchel Benovoy, Kevin Larcher y Alain Dagher, del Instituto Neurológico de Montreal de la Unviersidad de McGill, Canadá, han investigado el efecto que tiene escuchar tu música favorita en el cerebro.

PET-imageInvestigaron el efecto de la música sobre los sistemas de recompensa cerebral. Para ello reclutaron a 10 voluntarios (5 hombres y 5 mujeres) de entre mas de 200 solicitantes para participar en este estudio. El punto en común entre todos los voluntarios seleccionados era que se les tenía que erizar el vello cada vez que escucharan su música favorita sin cansarse de ella. Una vez seleccionados los sujetos, se procedió a tomarles imágenes cerebrales mediante tomografía de emisión de positrones (TEP) y mediante resonancia magnética funcional (RMF). Con el TEP se puede evaluar la actividad del sistema dopaminérgico, que es un componente fundamental de los sistemas de recompensa, y con la RMF se puede localizar de forma espacio temporal las regiones que se activan. Durante el experimento se les ponía a cada voluntario su música favorita así como la música favorita de algún otro voluntario. De esta forma se podían evaluar la diferencia del sistema dopaminérgico cuando escuchaban esa música especial que les estremecía, frente a simplemente escuchar alguna música que no les produjera el mismo efecto emocional.

¿Cual fue el resultado?

Bueno, pues los resultados fueron contundentes. Los sujetos demostraron sentir mas emoción en las piezas que ellos habían escogido frente a las otras piezas. Esto se correlacionó con un incremento en la respuesta de la frecuencia cardiaca, la respiración y la sudoración. De igual manera, el análisis de las imágenes funcionales mostró un incremento significativo en la liberación de dopamina durante la exposición a su música favorita. Pero no solo eso, sino que el estudio encontró que existían áreas cerebrales como el núcleo caudado en el que se liberaba dopamina justo antes de la parte de la música que les producía el clímax emocional, y otras regiones cerebrales como el núcleo accumbens en el que se liberaba dopamina durante el clímax musical.

Este es un hallazgo magnífico ya que, de acuerdo a los autores, esta es la primera evidencia de que el intenso placer que produce escuchar música esta asociado a la liberación de dopamina en el sistema mesolímbico de recompensa. Si lo pensamos cuidadosamente esto es doblemente sorprendente porque este sistema evolucionó para reforzar conductas biológicas básicas con un alto valor adaptativo, como la alimentación o la reproducción y, evidentemente, la música no es una necesidad básica para la supervivencia humana, ¿O si?.
LaTraviata

Otro aspecto interesante del estudio, es que la simple espera del fragmento musical que nos exalta es capaz de producir un estado de expectación emocional anterior a la activación del sistema de recompensa, lo cual ha sido utilizado por grandes músicos para jugar con el clímax de sus piezas musicales, (esto me trae a la cabeza alguna opera de Verdi!). Este mecanismo funcional no es exclusivo de la música, ya que existen otros sistemas que incluyen una etapa de liberación dopaminergica a respuestas anticipatorias y consumatorias, como por ejemplo la expectación de comer un delicioso pastel de chocolate y el hecho de comerlo finalmente.

¿Que implicaciones tiene esto?

Este hallazgo ayuda a explicar la sensación tan intensa que experimentamos con algunas piezas musicales, y el porqué la música nos ayuda a hacer actividades como correr por periodos largos de tiempo, o ambientar escenas de películas para lograr una sensación única. Analizando este fenómeno, se podría pensar que los grandes músicos son aquellos que logran dominar el arte de influir en nuestro cerebro para liberar dopamina en un momento determinado mediante el uso de ondas sonoras.  

Después de leer esto supongo que aunque quisiera, estos párrafos nunca podrían liberar ni una pizca de dopamina por mi irremediable necesidad de reducir lo sublime a un mero impulso sináptico.