Nuestra infancia está repleta de normas aparentemente injustas sobre que comer, cuándo dormir o cómo debemos comportarnos, por ello, no es extraño que lleguemos a desarrollar una gran habilidad para encontrar resquicios que escapen a dichas normas y que consigamos saltárnoslas en las mismísimas narices de nuestros padres, haciendo algo tan sencillo como orinar dentro de la piscina.

 

Nadando Piscina Pública

 

Por supuesto, en muchas ocasiones, la causa de hacer pipí en la piscina es simplemente no perder el tiempo haciendo cola en el aseo. Los padres somos conscientes de que no podemos controlar todo el tiempo a nuestros hijos, ellos lo saben y aprovechan cualquier oportunidad para llevar a cabo alguna travesura sin ser descubiertos.

 

La leyenda urbana de que las piscinas públicas contienen un producto químico que se vuelve de color rojo cuando alguien mea en el agua, está hecha especialmente para los niños, a los que cualquier tecnología que implique hacerles pasar vergüenza les parece creíble, sobre todo viniendo de sus padres. Esa credibilidad paterna hace que muchos de nosotros sigamos creyendo en la existencia de esa sustancia misteriosa incluso de adultos.

 

Que os quede claro: ¡No existe ese producto químico! Sería muy complicado que existiera pues es difícil aislar la orina de otras sustancias presentes en el agua, como el amoníaco.

 

Por cierto, si existiera dicho producto químico, todas las piscina públicas del mundo parecerían tanques de eliminación de detritus pues, según una encuesta realizada en EEUU, uno de cada cinco adultos admiten que orinan en la piscina y siete de cada diez afirman que no se duchan antes de zambullirse en el agua. Además, casi el 100% de los nadadores profesionales de élite admiten que hacen pis en la piscina de entrenamiento de forma habitual.

 

Aun hay más, algunos podéis pensar que el característico olor de una piscina pública, o el hecho de que se nos pongan los ojos rojos después de nadar son efectos provocados por una excesiva cantidad de cloro en el agua, en realidad es todo lo contrario: Una piscina bien tratada produce tan sólo un ligero olor a productos químicos, el picor y los ojos rojos son causados ​​por las cloraminas, subproductos químicos producidos por la orina, la transpiración y distintos productos de belleza presentes en una piscina sucia.

 

¿Que no te lo crees? Una ultima prueba irrefutable que evidencia definitivamente que dicha sustancia colorante, que delataría el pipí de la vergüenza, no existe: Si existiera YouTube estaría plagada de vídeos con multitud de piruetas haciendo pis en la piscina y nuestras propias “nubes púrpura de la vergüenza” nos perseguirían en el Facebook.

 

Fotografía de Adrian Pingstone at en.wikipedia [Public domain], via Wikimedia Commons