El niño que toma más pan, toma más cantidad de vitamina B1 y yodo (importantes en el funcionamiento del sistema nervioso), más ácido fólico (que ayuda a la protección cardiovascular y mejora la función mental) y más zinc (importante para conseguir una mejor respuesta inmunitaria).

Mediante el estudio antropométrico, dietético y bioquímico, los profesionales, entre los que se encuentra la doctora Elena Rodríguez, investigadora del departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid, que presentó los resultados de la investigación en A Coruña, demostraron que "los niños que comen más pan presentan menos problemas de exceso de peso".

Además, los niños que comen más pan registran un menor índice de masa corporal, así como un perfil calórico más adecuado a sus dietas y mejores parámetros sanguíneos (colesterol, trigliceridos...) indicadores de riesgo cardiovascular.

Para incentivar su consumo, Elena Rodríguez propuso incluir el pan en las meriendas que los niños llevan al colegio o la que consumen por las tardes. En cuanto al tipo de pan, aseguró que "no hay que difundir la idea de que uno es mejor que otro", aunque instó a tener especial cuidado con las grasas que puedan llevar algún tipo de pan de molde.