La práctica de ejercicio físico o deporte es una de las medidas más eficaces en prevención primaria de la hipertensión arterial, así como de enfermedades ligadas al riesgo cardiovascular como la obesidad, la hipercolesterolemia y la diabetes. La doctora Nieves Martell, responsable del Club del Hipertenso de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), explica que “el ejercicio físico puede contribuir a la regulación de la presión arterial sistólica y diastólica, siempre que se practique de forma periódica, produce un efecto vasodilatador arterial que sólo se alcanza cuando se realiza una actividad física repetida, a una intensidad adecuada y mantenida en el tiempo”.

La SEH-LELHA recomienda seguir un programa de ejercicio físico adaptado a las necesidades de cada individuo, paciente o no, para prevenir la hipertensión como factor de riesgo o como complemento al tratamiento antihipertensión o bien como sustitución. “Se debe encontrar un tipo de actividad en la que el paciente ejercite la mayor parte de sus músculos, de tal manera que alcance un gasto energético entre el 40-60% de su consumo máximo de oxígeno, lo que equivale a mantener una frecuencia cardiaca máxima. Así, el ejercicio físico más recomendado en pacientes hipertensos sedentarios sería caminar a paso ligero o la carrera suave”, advierte la doctora Nieves Martell.

Existe una variedad de programas, junto a caminar con regularidad, asequible prácticamente para todo el mundo, como es la práctica de la natación u otras actividades acuáticas, ir en bicicleta normal o estática, “hasta programas alternativos para personas que tienen limitaciones para andar o mantener una correcta estabilidad del cuerpo como es realizar ejercicios de tonificación, flexibilidad y coordinación”, puntualiza esta especialista.

Ejercicio físico en pacientes hipertensos

En el caso de los pacientes con hipertensión leve -cifras de tensión arterial sistólica menor o igual a 145 mmHg.- practicar ejercicio físico de forma regular 4 ó 5 veces por semana durante 30 ó 40 minutos al día, podría beneficiar a la disminución de las cifras de presión arterial a niveles adecuados. Junto a esta medida, se ve potenciado su efecto hipotensor si se acompaña de una dieta baja en sal o hipocalórica, especialmente en pacientes con sobrepeso u obesidad, pudiendo sustituir al tratamiento con medicamentos.

De forma paralela, la actividad física también está ligada a la prevención de otras enfermedades ligadas al riesgo cardiovascular como la obesidad, la hipercolesterolemia y la diabetes. La práctica de ejercicio físico contribuye a elevar las cifras de colesterol HDL –denominado como “colesterol bueno”- y ayuda a disminuir los niveles de colesterol LDL o “colesterol malo”, así como los triglicéridos. Respecto a la obesidad, la grasa corporal está íntimamente en conexión con la resistencia a la insulina. Las personas obesas que hacen ejercicio físico aumentan la capacidad de metabolizar la glucosa y evitan el desarrollo de la diabetes.

Respecto a los efectos beneficiosos del deporte en los pacientes hipertensos podemos decir que por sexos, éste es superior en hombres que en mujeres. En el sexo masculino realizar actividad física puede suponer un descenso entre 7-8 mmHg en las cifras de tensión arterial sistólica, mientras que en las féminas, ronda los 6-7 mmHg. Lo que indica que si un paciente comienza a practicar deporte con una cifra de 145 mmHg, al cabo de un 6-8 semanas de práctica de ejercicio físico regular, puede llegar a niveles de 137-138 mmHg, cifra recomendada para que una persona no esté en riesgo de sufrir un evento cardiovascular.